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La Sinfonía Mágica del Reino.
En un reino lejano, donde la música flotaba en el aire como mariposas de colores, vivía la princesa Melody. Con su cabello que fluía como notas musicales y sus dedos que danzaban sobre las teclas del piano, Melody poseía un don único, el oído perfecto. Cada mañana despertaba al castillo con melodías que hacían sonreír hasta las estatuas más serias.
Un día, el reino se sumió en un silencio aterrador. Los pájaros dejaron de cantar, las campanas de sonar y hasta el viento perdió su silbido. La princesa Melody sabía que debía actuar rápido para salvar su hogar de este hechizo de silencio eterno.
Decidida, Melody buscó la ayuda de su maestro de piano, el gruñón pero brillante Forte. Forte era un piano de cola animado con un bigote hecho de teclas de marfil. Aunque tenía un exterior áspero, su corazón era de oro puro.
—¡Princesa Melody! —exclamó Forte con voz grave—. Debemos componer una sinfonía mágica para romper este maleficio. Pero no será fácil. Tendremos que atravesar los salones de música encantados y domar instrumentos salvajes.
Juntos, Melody y Forte emprendieron su aventura musical. Atravesaron bosques donde los árboles eran flautas gigantes y cruzaron ríos de partituras flotantes. En cada etapa de su viaje recolectaban notas mágicas para su sinfonía.
En el Valle de los Violines Voladores, Melody logró atrapar melodías escurridizas con su red de pentagramas. Forte, por su parte, utilizó su bigote de marfil para ticlear a unas traviesas tubas en la Cueva de los Metales Risueños.
Pero su mayor desafío estaba por venir. El malvado duque discordante, responsable del silencio en el reino, le extendió una trampa en el palacio de cristal sonoro. Con sus largos dedos huesudos, el duque tocaba acordes desafinados que hacían que los cristales del palacio vibraran peligrosamente.
Melody y Forte unieron fuerzas. Mientras la princesa cantaba notas cristalinas que calmaban los cristales temblorosos, Forte tocaba acordes poderosos que hacían retroceder al Duque Discordante. En un duelo final de armonías, Melody y Forte interpretaron la sinfonía mágica que habían compuesto durante su viaje. Las notas danzaron en el aire, formando remolinos de color y luz. El Duque Discordante, incapaz de soportar tanta belleza musical, se desvaneció en una nube de polvo de tiza.
De repente, el reino se llenó nuevamente de sonidos. Los pájaros volvieron a cantar, las campanas repicaron con alegría y hasta el viento recuperó su melodioso susurro. Melody y Forte regresaron al castillo como héroes, recibidos por una ovación de aplausos y vítores musicales.
Desde ese día, el reino celebra anualmente el Festival de la Sinfonía Mágica, donde todos los habitantes tocan instrumentos y cantan juntos, recordando cómo la música y la amistad salvaron su hogar. Y así, la princesa Melody y el maestro Forte demostraron que con armonía, determinación y un poco de magia musical, cualquier desafío puede ser superado.
El reino nunca más conocería el silencio, pues la música viviría por siempre en los corazones de todos.